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La preocupación por el medioambiente toma cada vez más relevancia entre las personas. En Chile, se considera como la tercera mayor preocupación de acuerdo con datos del Ministerio de Medio Ambiente. Hoy, cada acción realizada lleva consigo un desgaste medioambiental que implica un costo al entorno, en este ámbito también lo que compramos es parte de este impacto.
Es así como desde 2019 Santander Chile lanzó el programa “Compensa tu Huella”. La iniciativa busca que los clientes del Banco puedan conocer y compensar voluntariamente la huella de carbono que resulta de las compras realizadas con sus tarjetas. Este cálculo es realizado y certificado por la consultora KPMG.
Estos aportes se destinan íntegramente a apoyar a fundaciones que son respaldadas por el Banco para la concreción de sus proyectos medioambientales. Desde 2020 han sido tres las organizaciones que, hasta ahora, se han visto favorecidas con estos aportes. Proyectos que van desde la preservación de la flora local hasta el cuidado de la fauna se hallan en esta lista.
En 2020, Fundación Llampangui fue la primera en ser beneficiada por el programa Huella. Ellos se propusieron construir cercos y corredores biológicos para la fauna nativa en el “Parque Hacienda El Durazno”. A través de esta acción, buscaron restaurar 250 hectáreas de flora local y conservar el bosque relicto de arrayán en la zona.
La segunda organización apoyada por Santander Huella fue la Fundación Huilo-Huilo. En este proyecto, el cual buscó reintroducir al Huemul en su ecosistema nativo, fue posible financiar la compra de 20 cámaras trampa y 10 radio collares. Con estos implementos, se facilitó el monitoreo y protección de la especie. En la etapa final de este plan, se pudo lograr que no solo se preservara la conservación del Huemul, sino que también distintas especies que viven en torno a su presencia.
El pilpilén nativo de la zona del humedal del río Maipo fue el último de los beneficiados con los aportes de los clientes y Banco Santander. A través de la Fundación Cosmos y su proyecto encargado de monitorear a estas aves —las cuales se encuentran en riesgo de desaparecer, de acuerdo con análisis del Ministerio de Medio Ambiente— fue posible cercar sus zonas de anidamiento, delimitar las zonas de tránsito de peatones, mejorar la caseta de vigilancia y alejar a sus principales depredadores.
Como resultado de este trabajo, los pilpilenes pudieron iniciar una nueva fase de reproducción de sus crías (hecho que no se registraba desde 2019) y proteger su entorno.
Esta iniciativa, una de las pocas en su tipo, ha permitido gestionar acciones concretas para la preservación medioambiental. Esto en un momento donde cada vez son más las personas preocupadas por el impacto de sus acciones en su entorno, buscando dejar una huella positiva que favorezca al ecosistema donde se desenvuelven.
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