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08 Septiembre 2020
El efecto del confinamiento en la actividad y el empleo ha sido heterogéneo entre sectores, y ha elevado la productividad media en algunos de ellos.
El distanciamiento social producido por la pandemia ha tenido efectos muy significativos en la actividad y el empleo. En el segundo trimestre, el PIB se contrajo 14,1% respecto del año previo, mientras que el empleo cayó 20% (1,8 millones de menos puestos de trabajo). En tanto, el empleo efectivo retrocedió todavía más, debido a que muchos trabajadores se ausentaron por las medidas de confinamiento. La gran mayoría (en torno a 750 mil) quedó bajo el sistema de protección al empleo, que permite mantener el vínculo laboral con la empresa, pero su salario es pagado por el Seguro de Cesantía. De esta forma, el empleo efectivo tuvo una disminución de 30% año contra año durante el segundo trimestre. Considerando lo anterior, la caída de las personas que trabajaron habría sido más del doble de la caída del producto.
Lo anterior sugiere que la productividad podría haber aumentado en este periodo. De hecho, la Productividad Media del Trabajo (PMT), medida con las cifras de PIB y los datos laborales del INE, creció 7,3% respecto del año previo en el segundo trimestre y, si se considera el empleo efectivo, el avance habría sido muy superior, cercano al 24%.
Existen tres explicaciones para este incremento. En primer lugar, el aumento en la productividad agregada podría deberse a cambios en la composición del PIB. La pandemia y las medidas de distanciamiento han afectado más a las actividades intensivas en mano de obra, donde la PMT tiende a ser más baja. Por otro lado, sectores intensivos en capital, donde la productividad media del trabajo es alta -como la minería-, no han visto mermada su actividad. Este cambio en el peso relativo de distintos sectores dentro de la actividad podría explicar aumentos a nivel agregado.
En segundo lugar, la pandemia y las restricciones a la movilidad podrían haber generado ganancias en eficiencia al interior de las empresas, con optimizaciones en distintas áreas y aceleración de procesos de automatización [1]. Por último, el aparente incremento en la productividad reflejaría problemas de medición, tanto por el lado del PIB como por el empleo, sobre todo en el caso de los trabajadores ausentes.
Para indagar en estas hipótesis evaluamos lo que ha sucedido con la Productividad Total de Factores (PTF), donde se considera la evolución del capital efectivo, y estimamos distintas medidas de productividad media a nivel de sectores.
Dependiendo del tipo de ajuste que se haga a la utilización del capital y qué tipo de empleo se asuma, la PTF estimada habría tenido un incremento de entre 4% y 6% [2]. Si bien este número es menor al crecimiento estimado de la PMT, es de una magnitud importante en perspectiva histórica y apunta a que efectivamente podrían haberse generado ganancias de eficiencia en la economía.
Al analizar la PMT a nivel sectorial, se confirma que ha habido ganancias de productividad muy sustantivas, sobre todo en los sectores que más han visto afectado el empleo, como comercio y construcción. Sin embargo, también se observan ganancias de productividad en sectores menos intensivos en trabajo, como minería y –en menor medida– en el sector manufacturero. Estos antecedentes apuntan a que las ganancias de productividad a nivel agregado no se explicarían por un fenómeno de cambio en la composición del PIB, sino más bien reflejarían ganancias en eficiencia en sectores específicos.
No obstante, las ganancias en productividad en algunos sectores aparecen desmedidas, sobre todo cuando se considera el empleo efectivo. En efecto, es poco plausible que hayan incrementos de 30% o más en la productividad de un año a otro, como se observa en construcción y comercio (la productividad en minería es muy volátil, por lo que cifras de crecimiento elevadas no son anormales). Esto sugiere que podrían haber algunos problemas de medición. En particular, es posible que exista algún tipo de sub reporte de las personas efectivamente trabajando.